'CANCIONES PARA AYLAN', POESÍA QUE DISPARA A LA CONCIENCIA

 

JOSÉ LUIS CALLE MASSA, 21/3/2021

Hoy, Día Internacional de la Poesía, queremos recordar este título: Canciones para Aylan, el conmovedor libro de Ramón Roldán. Ilustrado, en su portada y contraportada, por Juan Zamora y con prólogo de Julio Valdeón, consta de 24 poemas, numerados, y se cierra con el último, titulado “Canción final”. El poemario trata de las  tremendas  consecuencias para el pueblo kurdo en la guerra en Siria y es como un grito, un redoble de conciencia a nuestra sociedad por su insolidaridad, su  indiferencia, cuando no hostilidad, hacia la tragedia de todas las víctimas de este pueblo, del Oriente próximo y, quizás, de todos los refugiados del planeta. 


El poemario, una de cuyas claves es el tiempo, tanto en su aspecto conceptual:  “la vida se concentra en un bote/ que cruje en el mar/ debajo de cada hora, de cada minuto/ de cada segundo/..”,  como histórico: “Un globo de hidrógeno estalla en el cielo/ y miles de madres lloran con miles de niños rotos en sus brazos”,  de alguna manera, se podría dividir en tres espacios que se entremezclan: antes de la salida, la larga y difícil marcha y la, en el mejor de los  casos, terrible llegada y, en él, se denuncia  el horror que obliga a las personas a huir de su tierra, escapando de tanta barbarie y desolación, el inadmisible y elevadísimo número de vidas humanas con que se paga el viaje y la desafección e indiferencia, cuando no rechazo, a los que consiguen llegar.


Quizás solo desde la más grande empatía, desde la más profunda de las emociones sea posible que, en un libro de poemas de contenido tan estremecedor, por su espantosa realidad, se pueda encontrar belleza pero, con un verso sencillo, cuidado, directo y demoledor, desde su verso inicial, “Nunca estuve en Lesbos” hasta la “Canción Final”, el autor  lo consigue, creando una sucesión de imágenes que conmueven e involucran al lector.  Imágenes diáfanas, rotundas, terribles,  que reflejan el estupor de lo que les está ocurriendo; el terror;  la angustia por el acecho y la presencia de la muerte, tanto en su patria como en el mar,  en busca de una salida a tanta desolación; la incertidumbre, el deseo de olvidar tanta desgracia; el temor al rechazo y al desarraigo que sentirán si llegan alguna vez a alguna parte, dejando apenas algún resquicio a la esperanza. Pero también trasmiten una determinación y un coraje inmensos para iniciar la aventura, afrontando todos los riesgos y desafiando todos los peligros y barreras.


El poemario está lleno de símbolos: la nieve, la noche, el mar, el frío, los lobos, etc, en general de claro signo ominoso, pues detrás de todos ellos se esconden la destrucción y la muerte. Pero hay otro, de simbología positiva que los supera. Es la figura de la mujer como salvación, como refugio  y sobre la que, en su fecundidad y su fuerza, cifra la seguridad de la existencia de un futuro porque es la “Madre que da a luz la palpitante luz” y porque hasta “las piedras y el aire se  abrirán a tu paso, los árboles se inclinarán ante ti” 


En resumen Canciones para Aylan es una antología de emociones en la que el autor, con una precisión de cronista y un lenguaje sencillo y diáfano; construye un poemario  estremecedor que, con toda crudeza, pero también desde la piedad, el amor y una gran dosis de ternura, muestra, sobre todo, y a pesar de la incertidumbre, la esperanza y la total determinación de un pueblo en búsqueda de la supervivencia y de una vida mejor.


Canciones para Aylan es un poemario recomendable no solo por su indudable belleza sino también porque es un aldabonazo a la conciencia colectiva, una voz que denuncia algo sobre lo que no se puede guardar silencio porque, como dijo la escritora nigeriana Chimamanda Ngoci Adichie, “el silencio es un lujo que no  podemos permitirnos”.


Podéis pedir Canciones para Aylan en tu librería más cercana



*José Luis Calle es el coordinador de las tertulias literarias de Caballo Verde y miembro de su junta directiva.

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