La muerte como una elección

por

Juan Llopis Climent*



Desde los principios de la humanidad, el hombre ha buscado el elixir de la eterna juventud. Inicialmente se pensó que podría conseguirse vendiendo el alma al diablo o con pócimas de complicadísima composición. Pero la medicina, nos reveló la imposibilidad de conseguir este sueño. El hombre tiene un principio con su nacimiento y  esto implica un final con su muerte. 

Desde hace unos años la ciencia está realizando descubrimientos que hacen tambalear esta idea.

El científico debe plantearse dudas ante cualquier verdad irrefutable. ¿Puede vencerse la muerte? Perderíamos nuestra naturaleza crítica si negáramos la posibilidad de plantearnos esta incógnita. Hasta hace muy poco esta parecía la única verdad que no podemos negar. Asumiendo que esta es consustancial con la vida. 

Según los científicos Kurzweil y Grossman el camino de la longevidad tiene “4 puentes”. 

El primero sería lo que llamamos vida sana; comida equilibrada, hipocalórica y con reducción de ingesta, alimentos poco elaborados, ejercicio continuado, vacunaciones, no exposición a ambientes contaminados, tóxicos, etc… Todos estos procedimientos, nos hacen conseguir un ridículo paso, no más de un 5-10% de aumento de nuestra esperanza de vida. 

El segundo puente, modificación genética y la utilización de fármacos.

Por medio de la manipulación genética (Crispr cas9) se ha conseguido que ratones aumenten considerablemente su vida, las moscas del vinagre (hasta un 400%). 

Por medio de la epigenética podemos desactivar los genes de la vejez “gerontogenes” rompiendo la programación celular de la vejez. 

Utilización de  fármacos senolíticos que mataran las células senescentes o células viejas del organismo reactivando la regeneración celular.  

Podemos,  aumentar la longitud de los telómeros y de esta manera alargamos la vida útil del mensaje genético del ADN. Imitando la inmortalidad de los tumores cancerígenos.

  El tercer puente Los Cyborg, la fabricación de clones y la impresión 3D tisular.

Los Cyborg es la utilización de partes mecánicas que sustituyan a las partes biológicas deterioradas. La utilización de prótesis (cadera, exoesqueletos) es ya una práctica común. Ahora bien, podríamos hacer un robot conectado a un cerebro humano y todo lo demás un mecanismo para interactuar con el exterior. Este ser duraría todo lo que pudiera aguantar su cerebro. 

La otra posibilidad es crear clones. Estos serían usados como partes de nuestro cuerpo igual que recambios trasplantables, aumentando la longevidad por sustitución continua de las partes deterioradas. 

Y por último tendríamos la impresión biológica 3D. Con este sistema haríamos cuerpos idénticos al nuestro. Este campo está avanzando mucho, ya tenemos hígados funcionales, corazones latientes, etc… Conseguir un cuerpo entero no es más que aumentar la complejidad de la técnica

Pero si observamos todos los sistemas alargan nuestra vida teniendo un tope: la duración de nuestro cerebro. Siempre y cuando consideremos que es éste órgano el que nos identifica como seres únicos. 

El cuarto puente de la inmortalidad sería la singularidad, es decir, cuando consiguiéramos que nuestra consciencia, o sea; la memoria y la voluntad, lo que podríamos definir como nuestro “YO”, pudiera ser interpretado de una manera algorítmica y ser introducido en un sistema informático.  

Se conseguiría que la muerte fuera escogida a voluntad propia.  En este estadío entramos en la tremenda discusión filosófica/religiosa de la existencia del alma como algo extracorpóreo que nos identifica con nuestro yo. O tal vez, al contrario, al dejar la discusión de la inmortalidad en la perpetuidad del cuerpo, ya que el alma es eterna.

Hay que reconocer que según avanzamos en el paso de los puentes nos acercamos mas a la ciencia ficción; pero, no olvidemos que en la época de Julio Verne todas sus novelas eran pura fantasía.  

Animado por esta circunstancia me propuse hace tres años, escribir una novela que dejara a la imaginación la posible explicación de los métodos que la ciencia busca para la inmortalidad. A la vez me planteé que el lenguaje fuera sencillo, entretenido y que contara una historia trepidante y de acción. El resultado es el libro “Athanatos” (Inmortal). En la que relato la vida de un científico que después de tener una vida plagada de desgracias familiares se rebela contra la muerte. Y la vence, entrando en un marasmo inacabable de problemas. 

*Juan Llopis es biólogo y escritor. Autor de la novela Athanatos.


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